jueves, 26 de marzo de 2009

Within the Woods


En estos tiempos de erosión de ideales, corrupción de principios y del supuesto derecho a obtenerlo todo sin gran esfuerzo, pocas cosas pueden impresionarnos ya.

Pocos filmes resultan renovadores o propositivos, los títulos más extraños y buscados durante años hoy día pueden conseguirse en cualquier bazar a precio módico con un tipo que los compra en Tepito o los bajó de internet. Los cánones y lo sagrado no existen ya, ahora sólo hay puro caos Región O.

En este contexto recibí una muy grata sorpresa el sábado pasado, cuando mi hermano llegó a la casa con un regalo de cumpleaños que me había enviado un antiguo amigo: una copia en DVD de Within the Woods, efectivamente, el mediometraje prototipo de aquella obra maestra llamada The Evil Dead, algo que en México bajo el influjo de tacos alucinógenos es conocido como El despertar del Diablo.

Como ustedes deben saber, este mediometraje de 32 minutos fue realizado por Sam Raimi, con la ayuda de Robert Tappert, Bruce Campbell , Tom Sullivan y Scott Spiegel, tan sólo con 1500 dólares y con la idea de crear una propuesta independiente de terror, aspirando al éxito de otros esfuerzos similares, como Night of the Living Dead (1968), The Texas Chainsaw Massacre (1974) o Halloween (1978). Este esfuerzo, Raimi y compañía lo hicieron como una especie de carpeta de trabajo para presentársela a los posibles candidatos a producir lo que conoceríamos como The Evil Dead.

Durante prácticamente tres décadas, Within the Woods fue como las Tablas de la Verdad o aquél primer madrazo que Caín le propinó a Abel: muchos decían que sucedió, pero nadie lo sabía de cierto. Era como una especie de leyenda urbana o relato de fantasía heroica que los enterados y afortunados en verla contaban entre las páginas de publicaciones especializadas, para la babeante expectativa de quienes leíamos sin la fortuna de conocerla con ojos propios.

Así que, como degustador del fantástico cinematográfico desde hace más de dos décadas, podrán imaginarse lo que significó tener en mis manos la posibilidad de entrever Within the Woods. Y digo entrever, porque la copia de esta historia filmada en 1978 está realmente madreada, aunque eso en este tipo de casos no importa.

Obviamente, este trabajo es pobre técnica y actoralmente, pero no deja de sorprender enormemente en sus propuestas narrativas y estéticas. Bruce Campbell se encamina con su amiga Ellen (Sandweiss, la Cheryl de The Evil Dead) a un picnic en un campo donde se supone hubo un cementerio indio, las vaciladas de Bruce al respecto se tornan reales cuando es poseído por los espíritus del lugar tras desenterrar una daga. A continuación se encuentra el asesinato de otra pareja en la cabaña que compartían (interpretada por Spiegel y una tal Mary Veleneti) y la tortura de Bruce con Ellen. Efectivamente, no hay mucho que agregar, si se conoce ya la trilogía que provocó.

No obstante este mediometraje se torna en el blueprint de una futura joyita. Los jóvenes cineastas, Raimi y sus colegas, muestran una clara idea de lo que buscaban obtener en su obra futura, Within the Woods es germen de varios de los momentos más impactantes del cine de terror contemporáneo, ahí están en forma salvaje aunque bien precisos varios momentos reproducidos al pie de la letra no solo en The Evil Dead, sino igualmente en su secuela Dead by Dawn.

Creo entender lo arrojado y fenomenal que fue ver aquello en 1978. Los productores que la vieron como propuesta para una aventura más elaborada debieron quedar estupefactos por lo logrado por un grupo de amigos y 1500 dólares. Se trataba de energía e inteligencia pura. Por años, por alguna desconocida razón, Sam Raimi ha impedido la edición de este medio como extra en diversas ediciones del DVD de The Evil Dead; incluso, este trabajo fue sacado de youtube hace no mucho por una demanda del mismo Raimi.

Durante años, se sabía de copias que se vendían en algunas convenciones en Estados Unidos, y no faltaba la copia que se iba a precios altos en eBay. Pero ahora, hasta en youtube puede verse en cuatro partes (y desde mediados del años pasado, según la fecha que marca). La mística se ha roto un poco, pero finalmente hemos podido ver esta historia.


*Imágenes tomadas del sitio www.evildead2.com

viernes, 20 de marzo de 2009

The International / Agente internacional


El que no le tenga mala fe a las entidades bancarias que aviente la primera piedra. No es secreto de nadie su naturaleza usurera, y es razonable que todos las odiemos; sobre todo porque el orden mundial nos las ha endilgado como mediadoras de nuestra ‘riqueza’ y, una vez más, hoy día todos debemos pagar por ellas.

Tom Tykwer y el guionista Eric Singer (no confundir con el baterista estadounidense de hard y heavy rock) parecen coincidir en este sentimiento, y lo han dejado claro a través de The International (Agente internacional). Éste, el filme más reciente de este cineasta alemán, coloca a Clive Owen y a Naomi Watts como agentes de la Interpol en medio de una investigación que busca destapar la cloaca de un banco que se dedica a financiar la carrera armamentista de varios países en conflicto o a punto del desmadre armado.

Aunque no indiferente del todo a los balazos y cierta acción, The International me parece que retoma el thriller contemplativo que entró en desuso en años recientes ante la escalada de balazos ruidosos hollywoodenses. El problema a discutir en el filme no es precisamente agarrar a los malosos que alimentan guerras, sino más bien preguntar si hoy día aún son plausibles los ideales.

Conforme avanza la historia de este filme, el personaje de Owen va entendiendo que algunas de las guerras más complejas debe enfrentarlas uno solo. El poder que el dinero ha creado (y una razón fuerte debajo de muchos conflictos armados) es omnipotente, y ni gobiernos ni aliados de cualquier índole están dispuestos a enfrentarlo. Es así que este agente al final llega solo al meollo del asunto, pintado casi como héroe de relato de aventuras, sostenido tan sólo por principios éticos y morales. Hoy día, sabemos que eso casi nada significa.

En ese aspecto, The International funciona casi como la parábola propuesta por Watchmen, en la que vemos idealista en tiempos críticos, aunque el filme de Tykwer no disfraza nada debajo de metáforas.

A través de sus siete largometrajes, Tykwer ha creado un peculiar montaje de imágenes y sonidos como extensión psicológica de sus personajes; se trata de una estética personal que resulta tanto espectacular como profunda.

En The International, contrario al thriller contemporáneo como se marca líneas arriba, Tykwer constituye el mood del filme a partir de panorámicas y travelings dilatados que crean la tensión necesaria para entender la gravedad del caso filmado. Y así, de lo general a lo particular, el espectador se inmiscuye en este conflicto como el propio protagonista.

Tykwer, incluso, se da el lujo de utilizar el Museo Guggenheim de Nueva York como setpiece de una balacera inolvidable, en la que prácticamente destruyen el museo (la utilización del mismo museo y un set que lo reproduce fueron necesarios para lograrlo). La forma en espiral de la nave central del museo se presta para que el realizador construya la peculiar secuencia sin la necesidad de una edición de imágenes entrecortadas y veloces, como se nos ha acostumbrado en años recientes. Tykwer enfrenta al espectador con los hechos al hacerlo testigo de la destrucción de un lugar que podriamos considerar extraño a este tipo de situaciones.

La inteligencia, el realismo y el idealismo se encuentran en The International produciendo, por tanto, un filme pesimista.