jueves, 30 de julio de 2009

Con broche de oro: Santa Sangre por Canal 22

Era prácticamente un hecho que la muestra de filmes de Alexandro Jodorowsky que durante los pasados tres jueves tuvieron a bien transmitir por Canal 22 había llegado a su fin; sin embargo, una entrevista con el actor José Alonso, realizada durante el programa Noticias 22, previo a la transmisión de El Topo -el jueves 16 de julio-, ofreció una posible vuelta de tuerca a este histórico evento.

Entre su casi exagerado entusiasmo por recordar a su amigo y maestro, Alonso comentó que apenas había hablado con Jodorowsky para darle la noticia de la transmisión de sus películas por primera vez en televisión abierta, y que Jodo estaba más que sorprendido y feliz por el suceso. Tanta fue su emoción, que pidió a Alonso que durante su entrevista dijera que estaría muy satisfecho si también transmitieran Santa Sangre, y que respecto a derechos de transmisión no se preocuparan en el canal, pues les daba permiso para hacerlo sin problema alguno.

Obviamente, la misma emoción de Alonso hizo parecer esta noticia como un simple comentario al aire que casi, de hecho, fue reforzado por la mirada casi de incredulidad de los conductores del programa Laura Barrera y Julio Patán. Sabemos que en un medio tan cuadrado y burocrático como la televisión, difícilmente pueden tomarse en serio propuestas como éstas.

El caso es que para esta noche, a las 22 horas, está programada Santa Sangre, penúltimo filme de Jodorowsky hasta el momento; uno del cual también los derechos han sido un tanto problemáticos, pues pertenecen tanto a Jodorowsky, como a Claudio Argento y a unos supuestos productores japoneses.

Sin duda, se trata de un suceso que crece aún más el ya de por sí extraordinario evento que fue ver los tres primeros filmes de Jodo en la enana pantalla televisiva.

Si leen esto, no se la pierdan hoy por la noche. Y aquí dejo un texto que escribí hace tiempo a propósito del peculiarísimo soundtrack de Santa Sangre.



Todavía recuerdo cuando, en 1990, llegué corriendo a la Cineteca Nacional pateando el corazón, pues me iba a perder los primerísimos minutos de Santa Sangre, que se presentaba como parte del 10º Foro Internacional de la Cineteca Nacional. Junto con mi hermano y un amigo llegué a la sala con los ojos desorbitados y la lengua petrificada asomándose por la boca ante la inmensa carrera que nos aventamos desde el metro Coyoacán. Subimos apresuradamente los escalones de la sala y fue entonces que nos encontramos ante un suceso majestuoso: un águila sobrevolando la ciudad de México (la vista en primera ‘persona’), cruzando Anillo de Circunvalación, una serie de edificios cuyas azoteas manifiestan el decrépito estado de la zona con cierta belleza, y es entonces que el animal se posa sobre la cornisa de uno de estos inmuebles dando paso a una panorámica en las inmediaciones de La Merced donde se mira un circo, mientras Caballo Negro continúa in crescendo como acompañamiento de una secuencia inolvidable. Es entonces que Pérez Prado, para muchos, se nos reveló como el gran compositor que fue.

Ese golpe sensorial que significó la segunda secuencia de Santa Sangre (sí, llegué tarde y me perdí los primeros cinco minutos en los que vemos a Fénix, el protagonista, posado sobre un tronco muerto. Pero eso lo corregí no una, sino unas quince veces más -hasta el momento-, viendo el filme en repetidas ocasiones en Beta, VHS, DVD y, por supuesto, cine) son de las vivencias que permanecen cinceladas en mi cerebro, como sucede con todo el filme en general.

Este trabajo que significó el regreso de Alexandro Jodorowsky al cine y a México tras varios años alejado de ambos devino, desde aquel momento, en objeto de adoración y discusiones invariablemente (desde entonces sólo ha filmado The Rainbow Thief, en 1992, y, supuestamente, ahora trabaja en Los hijos del Topo –aunque hace poco se presentó en Venecia como protagonista de un filme italiano en el que interpreta a Beethoven). Homenaje al cine, al cómic, a la música, a México y a sí mismo, Jodorowsky en Santa Sangre logra una especie de orgasmo en comunión en el que todos, tanto él y su público, transforman el happening referencial que significa el filme en una comunión masiva.

De Santa Sangre son muchas las partes que brillan, una de ellas es el fabuloso score y soundtrack que componen el filme. Producida por Claudio Argento -hermano del célebre realizador italiano Dario Argento- , el filme es acompañado de un score que el mismo productor encargó al músico inglés Simon Boswell (quien también ha trabajado en alguno filmes de Dario), mientras que Jodorowsky se abocó a escoger algunas composiciones del rico catálogo de música mexicana, las cuales alcanzaron nuevos sentidos al empalmarse con las imágenes del filme.

Aún recuerdo que en el cartel del filme se anunciaba la existencia de un soundtrack bajo el sello de Cinevox, y eso era suficiente para que entonces fantaseara con la posibilidad de llegar a un Sanborns o un Gigante y me encontrara con una edición mexicana del soundtrack (recordemos que esto fue en tiempos preglobalizados, lo que significa que la importación era poca y cara). Los años pasaron, la importación se convirtió en algo común y las jóvenes generaciones perdieron el interés por el objeto y ahora todo lo bajan de internet y lo guardan en su iPod. Y a pesar de todos estos adelantos, pasaron tres lustros sin que pudiera conseguir tal disco, pues creo que no era el único individuo que lo buscaba con cierto ahínco, pues en las contadísimas ocasiones (dos o tres) que lo han subastado en internet durante los tres años que llevo metido ahí, me lo ganaron. Esto, afortunadamente no volvió a ocurrir hace poco [esto sucedió en enero de 2006].



Ya con el costo del envío, logré conseguir esta pieza en 9 libras y hace unos días el esperado sobre llegó a mi casa.

La edición, reza la contraportada, es inglesa; sin embargo, el disco acredita a Francia como el país maquilador, cualquiera sea el caso, es una lástima que un disco como éste no haya podido editarse en México, pues la relación es directa y con varios matices nacionales.

El filme se caracteriza por reunir –aparte del score de Boswell- varias populares composiciones mexicanas en ejecuciones altamente peculiares como La barca de Oro, interpretada por un coro que parece estar conformado por puras teporochas, Bésame mucho bajo la voz de un pobre actor de revista, además de Déjame llorar y Fin del mundo en la voz de Concha y Fénix, es decir, los personajes interpretados por Blanca Guerra y Axel Jodorowsky.

Todos ellos se incluyen en el soundtrack (aunque Fin del Mundo viene interpretado únicamente por el coro de la iglesia de Santa Sangre durante la demolición de ésta y no, como vemos también en el filme, por Concha y Fénix durante su impresionante encuentro musical), lo cual resulta afortunado, a pesar de que también quedaron fuera otros cortes musicales de lograda e irrepetible originalidad. En este punto me gustaría resaltar la presencia de una canción como Fin del mundo de la cual, ustedes disculparan, pero no tengo información o conocimiento alguno.

[Unos meses después fue publicado el libro El maestro y las magas, en el que Jodorowsky, entre otras memorias, habla precisamente de esa canción que se la tomó prestada a un intérprete y compositor callejero invidente de cierta sectilla con la cual, de hecho, interpretó dicha composición para el filme… si no equivocó el recuerdo de lo leído]

Este tema de fuerte y grotesca presencia parece delimitar la misma esencia del filme: transita por escenarios geográficos y mentales conocidos por todo mexicano, aunque causando una ruptura ante su oscuro mensaje.

Aunque contrastante con esa parte nacional mencionada, el score de Boswell no resulta menos satisfactorio. Si bien, éste no se encuentra exento de ciertos pasajes planos y escasos de mayor cantidad de matices sonoros, que por supuesto funcionan de forma correcta sobre las imágenes en pantalla, contiene igualmente varios momentos brillantes, como son Sweet Dreams, Holy Guitar, Triste y Alma, en las que, tan sólo con guitarra acústica y teclados, Boswell consigue reproducir el sentido de los estados de ánimo de los personajes en cada secuencia. Esto sucede de manera sobresaliente con Alma, una secuencia de sonidos que evocan la tristeza y melancolía de un personaje (Fénix, aunque el título evoqué a su liberadora) que ha buscado la libertad y al cual, Jodorowsky, finalmente se la entrega al cierre del filme en una forma por demás brillante en la cual el aprisionamiento deviene en aquello, libertad.

En teoría debe existir una edición en vinil de este soundtrack –objeto aún más preciado-, pero cuando el material es escaso, algo tan pequeño como un CD puede significar la felicidad.


6 comentarios:

  1. ¡El fin del mundo se acerca ya! ¡Ya las señales se están cumpliendo! Fue la primera película que vi del maestro y también me impactó mucho. Lástima que se la regalé a una maestra de historia del arte que jamás me la devolvió la maldita.

    También leí El Maestro Y Las Magas y según yo usaba esa anécdota como ejemplo de que las cosas pueden solucionarse si no buscamos con tanto ahinco. Según creo recordar yo, él estaba buscando justamente una secta de ciegos cantantes y, por Garibalde, justamente se encontró con eso. Pero quizá no me acuerdo bien.

    Gran película y sí, el soundtrack es también genial.

    Atte: Juan Ramón.

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  2. A pues por ahí va la onda entonces, Juan Ramón. No estamos mal.
    Sin duda, una gran obra (este tipo de cosas ni se prestan siquiera. Abusado).
    Saludos

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  3. He visto el vinilo por ahí. Impagable por el momento, pero sí, posesión deseable... qué gran post.

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  4. Uta, se ha de ver precioso el vinilo. En fin... que gusto que te latió. Saludos

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  5. Yo pude conseguir mi copia del dvd, edición inglesa, con entrevistas y valiosos extras. Mi película favorita del maestro. La mejor lograda me parece.

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  6. Efectivamente, Mr. Blue, esa edición trae un buen de extras para disfrute de quienes estamos bien clavados en esta obra.
    Saludos.

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