martes, 10 de mayo de 2011

Brujas + Argento + Goblin: Suspiria (Obra Maestra)



Es posible que varios de los lectores que estén leyendo esta información, recuerden las fabulosas campañas publicitarias que Carlos Amador le armaba a todo el cine de explotación europeo que gustaba distribuir en nuestro país durantes los años 80.
Comerciales en televisión y diversos anuncios en diarios hacían de aquellos filmes –a los cuales las grandes distribuidoras les hacían el feo– éxitos asegurados que convirtieron a Amador en una especie de K. Gordon Murray mexicano. Entre mucho de aquel cine truculento que le encantaba traer, y que muchos gustabamos de ver, no faltaron algunas verdaderas obras clave del cine de horror y explotación.

Uno de aquellos extraños sucesos publicitarios que a este productor y distribuidor de cine en México le gustaba hacer, por ejemplo, fue el reestreno de Alarido, a mediados de los años 80. Entonces, con cerca de una década de haber pasado por la cartelera de los cines del mundo (en México se estrenó en 1978, dónde permaneció durante siete semanas en el cine Manacar), este filme italiano realizado por Dario Argento en 1977, logró permanecer durante varias semanas en cartelera, seguramente como resultado del detalle que Amador decidió resaltar en la publicidad: que Miguel Bosé formaba parte del elenco del filme. Y aunque esta participación no pasa de ser algo muy breve, dicha aparición se trata de la primera realizada en cine por este cantante.

En fin, el caso es que de muchas de esas cintas que explotaban sexo, sangre y otros ingredientes para pelar los ojos, Amador veía cómo, pero las convertía en éxitos de taquilla.



Alarido, de esa forma, fue recordada para una nueva generación de entusiastas del género de horror. Sexto filme en la sobresaliente filmografía del maestro italiano, Alarido o, llamémosle por su título original Suspiria, con el paso de los años se ha transformado en un filme realmente mítico, por su extraordinaria propuesta visual y por lo complicado que resultó verla en su metraje original en varias partes del mundo.

El caso es que Suspiria abre una trilogía que hace cuatro años fue terminada en forma desafortunada (y lo digo así, porque La terza madre, cierre del ciclo, es una lástima para el género y para la filmografía de Argento).

Como se comenta líneas arriba, Suspiria se trata de todo un logro visual en el que el espectador es enfrentado a un juego macabro de luces y sonidos. Para lograrlo, Argento a partir de la inspiración producida por el trabajo de pintores clásicos construyó su historia con base en frescos tridimensionales en los que el grand guinol llegó al paroxismo, en gran medida, gracias al trabajo conjunto logrado con la banda sonora.

Esta película evoluciona a partir de una anécdota sencilla, aunque conformado por una serie de sucesos increíbles y faltos en buena medida de lo que entendemos como lógica. Coescrita por Daria Nicolodi y el propio Argento, Suspiria evoca los cuentos de hadas en pleno siglo XX: la sordidez de una sociedad de brujas y lo fabuloso del cuento fantástico coinciden en una escuela alemana de danza, donde una estudiante estadounidense ha llegado con la semilla de la incertidumbre.

Es así que el filme transita en una atmósfera harto surrealista, y la cual logra envolver absolutamente al espectador: así como la arquitectura de las iglesias cumple con una serie de características para crear una atmósfera en la que las formas, la luz y el sonido meten en un estado especial a sus feligreses, este filme logra esto y lega una especie de vitral fílmico en el que cada escena fue ejecutada cuidadosamente.



La banda sonora está compuesta por la banda italiana de rock progresivo que se conoció como Goblin, y que para este trabajo colaboró con el propio Argento en la composición. Ya en 1975 habían trabajado con este cineasta para la fenomenal Profundo Rosso, y su desempeño brilló igualmente y el cual tendrá que ser discutido en otra ocasión. Con aquel trabajo, incluso, el grupo vendió alrededor de 5 millones de copias del soundtrack y realizó una gira realmente exitosa.

El caso es que la labor musical en Suspiria, y visual conjunta, es uno de los más extraordinarios encuentros de imagen y sonido en el cine de horror, pues se trabajó una idea integral audiovisual en la que el propio Argento propuso la utilización del instrumento griego bouzouky, mientras la banda (compuesta por Claudio Simonetti, Massimo Morante, Fabio Pignatelli y Agostino Marangolo) ya tenía las percusiones africanas, el sintetizador, la guitarra, el bajo, la batería y las voces como base.

Así, el score de Suspiria se compone de un intenso encuentro de distintas atmósferas en sus respectivos momentos climáticos, que van desde el free jazz hasta aquel corte en el que auténticamente parece que se grabó a un coro de brujas en pleno aquelarre y que, por supuesto, lleva por título Witch.

A partir de la inquietud y apertura hacia la experimentación a priori, implícita en una banda de rock progresivo, Goblin construye una serie de atmósferas y sonidos que surgen de la reverberación eléctrónica –guitarra, bajo, sintetizador y batería–, por supuesto, pero que evolucionan y terminan en una orgía sonora que combina lo tribal con lo más moderno.

Es de esa forma que el filme arranca desde el inicio de los créditos con un encuentro entre percusiones y quejidos que ponen en alerta al espectador de golpe. Los sonidos y las imágenes crecen conforme la acción del inicio pasa de la llegada en un aeropuerto a un viaje a través de un bosque en medio de la tormenta.



Y así como los sentidos son puestos al máximo en esa estresante secuencia inicial, la siguiente corta de tajo el ambiente previamente establecido proveyendo de una creciente tensión al espectador.

Esa es la línea que sigue el filme, sus imágenes y sonidos: una ruptura constante de ambientes a partir de una fabulosa manipulación camaleónica de los ambientes a través de los sonidos y las imágenes que estos resaltan.

Podemos decir que este filme posee algunos de los momentos de shock y horror mejor construidos en la historia del cine, algunas de las secuencias de suspenso más elaboradas y una imagen plena de colores contrastantes producto de un depurado trabajo de conceptualización, así como de la utilización de una cámara y un proceso de revelado que ya se encontraban descatalogados al momento de la filmación.

El caso es que Suspiria significó uno de los puntos más altos en la relación profesional de realizador y músicos, lo que significó una nueva línea para construir scores e, inclusive, rock y otras vertientes musicales.

Este soundtrack, por supuesto, nunca ha sido editado en el país, pero existen diversas ediciones italianas y japonesas que pueden localizarse a través de internet o algunas tiendas de discos locales.

6 comentarios:

  1. Excelente post, para un excelente pelí y banda sonora

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  2. Muy buen post. Como me gusta cuando el sonido cuenta. Te he puesto en un enlace en mi ling

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    1. Que quiero decir en mi lin(K) que lo he juntado con blo(G) que es: visualdocuments.blogspot.com

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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