miércoles, 24 de agosto de 2011

Que siempre no fue mito: El vampiro y el sexo.

Desde mediados de los años 80 fue que El vampiro y el sexo entró en mi imaginario como algo mítico.

Por aquella época, durante una de tantas pesquisas en bodegas de revistas atrasadas a las que mi papá nos tenía acostumbrados a mi hermano y a mí, nos encontramos con una destartalada copia del número 26 (junio-julio de 1980) de la revista Cine (publicada durante los últimos años 70 y hasta 1980, y que fue el preámbulo de la recordada Dicine), dedicado al cine de horror. Entre los trascendentes textos para nuestro inicio en el tenebroso mundo del cine de horror, dicha publicación contenía una entrevista ya mítica de Ruben Sano a Santo, el enmascarado de plata, y en la cual se insertaba un texto de Juan Manuel Aguilar con información e imágenes que me hicieron ver el cine de otra forma: la revelación de una versión alterna, de tintes eróticos, de Santo en el tesoro de Drácula.





Con esas imágenes se disparaba algo desconocido en la inocente mente de un fanático de Santo de 11 o 12 años. Su santidad: Santo, el enmascarado de plata, si es que no pecaba directamente con los forros presentes y desnudos en la imagen que ilustraba el texto, sí participaba en la misma historia y, por tanto, las cosas se trastocaban considerablemente. Para un niño de esa edad y en aquella época la distinción entre el bien y el mal, entre lo infantil y lo adulto, era algo básico. Santo era igual a matinés televisivas de fin de semana para el divertimento infantil; desnudos femeninos era igual a revistas prohibidas que de reojo se veían en los puestos de periódicos. Así, la combinación de Santo con desnudos, era una aberración que puso a mi joven mente a intentar resolver una ecuación de trigonometría moral.

Los años fueron construyéndose, y la incertidumbre sobre Santo y las vampiras desnudas seguía igual, aunque los datos sobre ese mítico corte alterno a Santo en el tesoro de Drácula, llamado El Vampiro y el sexo, y que se suponía se distribuyó en parte del mercado extranjero, se fueron dando cada vez más y no faltaba, inclusive, quien dijera conocer al primo de un amigo que juraba haberla visto o poseerla en videocasete lo cual, obviamente, no eran más que patrañas.

Ya en 1999, siendo un jovenzuelo en la batalla periodística, tuve ocasión de colaborar en el especial de Santo de la revista Somos (gracias mil a Don Pepe Návar, quien se encargó de dicha edición y fue quien despertó tanta confusión años atrás en mi mente al ser el perpetrador de la entrevista mencionada a Santo), y ahí me encontré con un tríptico de la críptica El Vampiro y el sexo, y la información parecía crecer, aunque yo seguía muy incrédulo al respecto.

Entonces los dimes y diretes entre entusiastas, especialistas y aficionados de la vida y obra de Rodolfo Guzmán Huerta, alias Santo, respecto a su incursión en el cine medianamente erótico era la discusión de cada día. Yo, inclusive, llegué a decirle a Manolo Durán y Eduardo Mondragón (protagonistas del documental Alucardos) que me cortaba un dedo si alguien me demostraba que el cut de El vampiro y el sexo existió o si me mostraban una de las mentadas copias en videocasete… me arrepentí a unos segundos de haberlo dicho y tras ver la mirada de Manolo que ya se saboreaba la promesa de sangre.

La historia fue la misma hasta apenas el año pasado, que gracias a la anuencia de –otra vez- Pepe Návar y José Luis Ortega, pude ver una copia del documental Perdida, de Viviana García-Besné, quien decidió hacer dicho sentido e intenso homenaje documental a la dinastía de productores Calderón, cuando se enteró de que sus tíos abuelos fueron estos mismos, otrora pioneros y protagonistas durante muchas décadas de la industria fílmica mexicana. Sin embargo, si bien se nos muestra un retrato muy sabroso y rico sobre esta dinastía en ese documental, cuando García-Besné aviva la hoguera del cine de explotación de los Calderón con la revelación de unos cuantos segundos de metraje prohibido de El vampiro y el sexo, así como de Night of the Bloody Apes (la versión gringa de La horripilante bestia humana), deja muy encarrerado al espectador enterado, pues no explica gran cosa y se olvida en cuestión de segundos de documental de tan trascendente revelación de material. Durante décadas, en una bodega de los Calderón, esos segundos de pecado histórico permanecieron avinagrándose y nadie dijo nada...

Y ya es con el 2011 cuando llega, como resultado de la revelación de García-Besné, el anunció de que en el marco del Festival Internacional de Cine de Guadalajara sería estrenada El vampiro y el sexo, película que aún se dio el lujo de continuar polemizando, pues a unos días de su exhibición durante dicho festival, el hijo de Santo armó tal sanquintín (por la revelación de un filme protagonizado por su padre y en el que había desnudos femeninos), que la proyección tuvo que ser cancelada.

Con el paso de las semanas y los meses, sin embargo, se demostró que a pesar del poder que el luchador posee sobre la imagen de Santo, no tiene derecho alguno sobre la película que protagonizó su padre, pues ese le pertenece a los productores y, por tanto, tienen derecho a explotarla como les plazca.

Así, hace cosa de un mes, El vampiro y el sexo se proyectó por vez primera en el Cineforo de la Universidad de Guadalajara, y este fin de semana podrá verse en el Distrito Federal, como parte de la 10 edición Macabro. Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México.

Dirigida por René Cardona en 1968, Santo en el tesoro de Drácula, no es de las mejores películas de Santo, aunque sabemos que la filmografía de este personaje en general carece de ciertos elementos cualitativos y eso, precisamente, es lo que la convierte en algo atemporal, trascendente y divertidísima. Y a pesar de eso, El vampiro y el sexo ha sido buscada y esperada por una gran cantidad de espectadores.

Y hasta el día de hoy, aunque ya se han visto algunos anuncios históricos de diarios estadounidenses anunciando El vampiro y el sexo (lo cual puede indicarnos que efectivamente tuvo su estreno en algún lugar de este planeta en algún momento de la historia), yo sigo sin conocer a algún espectador que me demuestre que la vio en ese momento y, por tanto, que existió en aquella época un corte de este filme que haya sido distribudio, y fuera de las tan publicitadas fotos que desde hace años conocemos.

Por lo pronto, este sábado 27 de agosto en Cineteca Nacional (y el domingo 28 en el Cinematógrafo del Chopo), la muerte de un mito se consumará con la proyección de este filme. Hasta ahora no sé realmente cuanto tuvo de cierto el mito, o cuánto fue forzado pero, sin duda, se trata de una cita importante en mi vida.

1 comentario:

  1. Que genial! me tuviste en suspenso hasta la última línea escrita. Ahora el de la incógnita soy yo, porque no la he visto. Saludos!

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