lunes, 26 de octubre de 2009

Sitges, Mórbido, Macabro: Apuntes acerca de los sustos


Ayer regresé de Tlalpujahua, un pueblito minero con crepúsculos arrebolados en el estado de Michoacán donde se desarrolla el Mórbido. Festival Internacional de Cine Fantástico y Terror, siendo apenas su segunda edición la de este fin de semana. De este festival, organizado por Pablo Guisa y Miguel Ángel Marín, supe casi de la nada hace poco más de un año y ni idea de sus organizadores, objetivos e intereses.

Habitando un país en el que han surgido, y continúan surgiendo, festivales de cine de todo tipo estratégicamente en pueblitos o lugares paradisiacos con vistas a llamar turistas, siempre he sido un tanto dudoso ante estos (de cualquier forma, un objetivo siempre fundamental en la concepción de un festival, será la de entradas monetarias a partir de la visita de turistas), en sus logros y autenticidad.

Tras visitarlo finalmente (como enviado de la revista Cinemanía) voy entendiendo los intereses de sus creadores (si la obra de Dario Argento o la exposición a Alucarda a los 10 años son momentos centrales en la vida de los organizadores, la cosa pinta muy bien, entonces), las posibilidades de un proyecto naciente y los riesgos y frutos de concebirlo en un lugar recóndito y prácticamente virgen al cine fantástico.

Me parece que Mórbido tiene delante una tarea complicada y de mucho trabajo, pero las cosas prometen y se necesitan hacer. Ante muchas ideas que andan revoloteando en mi mente a partir de este festival, y el reciente festival de Sitges, me he dispuesto a desempolvar notas, reseñas y entrevistas que hice durante las tres ediciones a las que he asistido del festival de Sitges (de 2005 a 2007), para aterrizar en Mórbido y otras cosas, en un intento por brindar una apreciación de la importancia de Sitges, y mi opinión sobre el estado del cine de horror en México. Así que los invito a leer esto durante los siguientes días (les pido un poco de paciencia, es extenso), y a que lo comparen con sus propias opiniones. Pongo, al final de cada caso, las fuentes en las que originalmente fueron publicados y, aparte de algunas correcciones, no he cambiado gran cosa para mantener el sentido original.



Chiaki Kuriyama

Sitges, España, 11 de octubre.- Por trigésima octava ocasión, la comunidad de Sitges, Cataluña, se ha vestido de colores –sobre todo rojo sangre-, para recibir a una desbandada de freaks del resto de España, y del mundo en general: precedida por el ‘gigante blanco’ que hace tres décadas aterrorizó a medio mundo, el Festival Internacional de Cinema de Cataluña desde el pasado domingo [octubre 9 de 2005]ha reunido lo más sobresaliente de la producción fantástica, de terror, acción, violencia y dibujos animadas de reciente manufactura.

Inaugurada con la proyección de Serenity, el debut en la dirección cinematográfica de Joss Whedon (Buffy, the Vampire Slayer), este famoso festival, el más longevo en lo que a cine fantástico se refiere, en esta ocasión está reuniendo películas como The Great Yokai War (Takashi Miike, 2005), The Wild Blue Yonder (Werner Herzog), Do You Like Hitchcock? (Dario Argento, 2005), y entre docenas más, The Piano Tuner of the Earthquake (Timothy y Stephen Quay, 2005), así como se viste de gala con la presencia de verdaderas personalidades como Dave Mckean (ilustrador de conocida reputación, quien ahora presenta su debut cinematográfico con Mirrormask), David Cronenberg, Park Chan Wook, los hermanos Quay y, entre otros, Jodie Foster.

Chiaki Kuriyama, uno de los rostros que de Oriente ha aterrorizado al espectador contemporáneo, a través de sus caracterizaciones en filmes como Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000) y Kill Bill (Quentin Tarantino, 2003), siempre protagonizando aquel rostro femenino que atemoriza a hombres y mujeres por igual, estuvo presente en este festival, y hoy ofreció una concurrida conferencia de prensa en la que la emoción de los periodistas locales demostró la razón de que este festival lleve tantos años de realizarse ininterrumpidamente.

Kuriyami ha llegado a Sitges con The Great Yokai War, el más reciente trabajo de quien continúa siendo una de las sensaciones de Oriente: Takashi Miike, quien en este filme retoma a un grupo de los personajes más famosos del folklore japonés, los monstruos yokai, que no son otra cosa que las ánimas de todos los seres y objetos que habitan las montañas y, por ende, dan pie para un estrambótico y colorido espectáculo. Tratándose de un filme con mayor presupuesto del normal, y tal vez el primero escrito por Miike (entre una filmografía que casi llega a los cien títulos), The Great Yokai War resulta interesante, aunque parece perderse entre todas las posibilidades que el realizador pudo escoger, y no logra sobrepasar, a su vez, a la emblemática trilogía que a finales de los años sesentas realizó Yoshiyuki Kuroda.

Sobre su participación como el personaje de Aki, devorado por el lado oscuro, Kuriyami comentó que se trata de una figura que parece tener una razón para ser de esa forma: un amor no correspondido, aunque su misma naturaleza humana parece palpitar de vez en cuando. Kuriyami, quien ayer cumplió 21 años, responde de forma tranquila y sin despeinar uno sólo de sus cabellos que han sido cepillados antes de la conferencia y de la sesión de fotos por el estilista que viaja con ella.

Como si la hubiesen confeccionado con un juego de escuadras cuidadosamente graduadas, Kuriyami no pierde la compostura y recuerda que, antes de conocer personalmente a Takashi Miike, ya conocía de su fantástica obra y, al igual que le sucedió con Tarantino, se le hizo un personaje muy especial y culto al conocerlo.

“Este papel es muy especial, porque es un personaje que no existe en la mitología de los Yokai. De tal forma que se me permitió construirlo, y de esa forma inferir en su imagen y vestuario. Es así que esa libertad me permitió reflejarme a través de su rostro”.

“Antes de trabajar con Fukasaku me daban papeles de chicas normales, como fantasmas (sic), eran papeles que no requerían grandes esfuerzos físicos. Pero ya con Fukasaku las cosas comenzaron a cambiar, y después con Tarantino y Miike. Yo en realidad no soy una chica muy deportista, más allá de mis clases en la escuela no he hecho gran cosa. Sin embargo, cuando tras muchos esfuerzos hago las coreografías para las películas, me veo en el monitor y digo ‘Guau, creo que no soy tan mala’”.

La actriz explica que por supuesto, tras su participación en Kill Bill, le han ofrecido papeles para producciones en Hollywood, pero es algo de lo que no puede hablar.

Y así como su larga cabellera oscura recuerda a las féminas amenazantes y de ultratumba del cine sobrenatural de su país, la conferencia terminó y aquel telón de negros cabellos pareció engullirla. [www.revistacinefagia.com : octubre 12 de 2005]


Park Chan-wook

Sitges, España, 12 de octubre.- En la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Cataluña, Sitges, la gran ganadora fue Old Boy, película que ya se ha podido ver en México, y la cual ya ha permitido observar la extraordinaria capacidad narrativa de su realizador Park Chan-wook.

Y aunque el pasado año, este realizador coreano no pudo asistir al festival para ser testigo de su éxito, este año sí lo ha hecho y tal vez sea ocasión para ser testigo de un nuevo éxito con Sympathy for Lady Vengeance, filme que de nueva cuenta coloca a su realizador entre los posibles ganadores en la Sección Oficial Fantástica.

Tranquilo y muy sonriente, este nuevo héroe de ese cine que cada vez parece alejarse más de lo marginal para ir cosechando triunfos alrededor del mundo, se presentó en conferencia de prensa para opinar sobre su cine, y en particular de esos temas que lo han identificado: la violencia y la venganza, no sin antes recordar que desde que tenía quince años uno de sus deseos era asistir a este mítico festival… y bueno, ahora incluso lo hace en la competencia, no como simple asistente.

“La venganza es algo que está prohibido por nuestra sociedad, a pesar de que la gente siempre la desea. Para llevar a cabo una venganza se necesita mucha pasión, y cuando alguien la lleva a cabo resulta que esto no tiene nada de bueno. Es algo que sucede, por ejemplo, cuando los padres quieren vengar a una hija asesinada. Es por todo esto que considero que la venganza es la esencia humana, es por eso que se trata de algo que me obsesiona”.

“En mis dos filmes previos de la trilogía, la violencia ha sido una especie de erupción, pues se trata de dos hombres protagonistas. Con Sympathy la violencia es más pura porque se lleva a cabo desde la perspectiva de una mujer; de tal forma que el título del filme me parece que implica pasión y expiación. Para este tercer filme decidí que la protagonista debía ser una mujer pues después de los dos títulos anteriores me dio un poco de pena que se tratara sólo de hombres”.

El realizador comentó que a él siempre le ha llamado la atención hacer filmes que mezclen géneros y sentimientos, aún cuando el público crea que no se trata de lo correcto: “creo que, aunque el terror, el drama, la comedia y la acción son cosas distintas, no se pueden separar. Entiendo que se trata de cosas muy distintas, pero a mí siempre me atrae unirlas”.

“La venganza tipo ‘ojo por ojo y diente por diente’ me parece que se trata de algo muy estúpido; no obstante, el deseo de venganza no deja de ser algo muy fuerte en nuestra naturaleza. Y es por eso que a través de mis películas intento darle cierto sentido”.

“No sé exactamente cómo ha cambiado la violencia en mis películas, pero sí puedo decir que en el transcurso de estos tres filmes se ha transformado en algo elegante. Es de esa forma que mi siguiente película sobre el tema será una que verse sobre la violencia religiosa, pues creo que la violencia es pura e inocente”.

“La violencia en mis películas no es como la que se ve en las producciones de Occidente, donde hay más pistolas y menos cuchillos. En mis filmes hay más de esto último y contacto físico, y es por eso que creo que pueden ser más aterradoras”.

Chan-wook, quien entre sus realizadores más influyente cuenta a Hitchcock, Bergman y Aldritch, comentó que su siguiente filme será una comedia musical para adolescentes, pues siempre está tratando de “hacer algo distinto”. [www.revistacinefagia.com : octubre 12 de 2005]



Adios Sitges


Sitges, Cataluña, España, 17 de octubre.- Pues bien, hoy he iniciado mi último día en Sitges. Hasta el momento no he tenido oportunidad de meterme al mar…bueno, que tampoco se han dado muchas oportunidades, pues fuera de los dos fines de semana pasados, los días laborales han estado grises de agua, lo cual no es malo, por supuesto y menos después de ver Jaws.


Han sido ocho días intensos, fuera de tres escapadas por las tardes a Barcelona, he estado en constante movimiento: del pueblo de Sitges, donde se encuentran los cines Prado y Retiro, al hotel Meliá, en donde se encuentra el magnífico auditorio que cierra la triada de salas que cobijan las funciones principales del Sitges 05. Festival Internacional de Cine de Cataluña. Del pueblo al Meliá la distancia no es exactamente corta –unos quince minutos caminando– pero la localidad, cuyas estrechas calles recuerdan en cierta forma a un Guanajuato cercado por mar hace, por supuesto, apacible y disfrutable todas las caminatas.


Uno de estos días corrí con la suerte de toparme con Juan Jiménez (los letrados en el arte secuencial lo ubicarán como el extraordinario dibujante de Le Chaste du Metabarons, escrita por el chamán Jodorowsky), quien resulta que reside en Sitges y, tras contextualizarlo (aunque me dijo que recuerda perfectamente que lo entrevisté el año pasado cuando visitó México, yo sé que no es así) platicamos un rato sobre historieta y cine, y a éste último respecto me comentaba que el festival de Sitges continúa siendo una fiesta fantástica, aunque hace varios años lo era aún más, pues a falta de un hotel tan enorme como lo es el moderno Meliá, todas las actividades se desarrollaban en el pueblo, llevando a sus pobladores a convertir en toda una verbena la geografía del lugar durante el tiempo que duraba el encuentro cinematográfico.


El maestro Jiménez recuerda que entonces, aunque el festival se circunscribía casi exclusivamente al cine de horror y por tanto, era más pequeño, resultaba más entrañable y menos glamuroso. Por supuesto, entiende que las cosas deben de cambiar, pues incluso la oferta del festival ha tenido que abrirse hacia otras tendencias y géneros para seguir existiendo. Así, con cierta melancolía rememora aquellos días mientras que en el lobby del Meliá me explica que se retira pues, a pesar de que en el salón Brigadoon se presentó un cortometraje animado basado en uno de sus trabajos, él no contaba con pase de invitado.


En el mismo salón Brigadoon se proyectaron varios programas en DVD, sobresaliendo varias películas de Santo que acaban de ser editadas en España. Me animé a traer unas copias del especial del mítico personaje que hace siete años armamos [en 1998] en la revista Somos algunos periodistas organizados por Pepe Navar, y con orgullo puedo decirles que el Enmascarado de Plata continúa siendo materia de interés, pues las copias se vendieron rápidamente en el puesto de unos amigos españoles que amablemente aceptaron ofrecerlas.


Haciendo eco de las remembranzas de Juan Jiménez, estamos seguros de que las cosas debieron ser un tanto distintas hace algunos años, pero obviamente hoy han cambiado, ni siquiera los directores que normalmente participan en el festival son los mismos: hay una gran presencia oriental y directores como David Cronenberg han hecho patente una evolución extraordinaria y lógica en su obra. Ni siquiera él es el mismo que hace 30 años ganó en Sitges con Shivers, tal y como se demuestra en A History of Violence, su más reciente obra que ahora clausura el festival.

Lo único cierto es que un suceso como Sitges continúa siendo extraordinario. La localidad responde al festival y vemos salas llenas, los aparadores de las tiendas de ropa, perfumerías y demás, adaptan sus formas a las del festival y es así que podemos ver a decenas de tiburones, gorilas (recordemos que la imagen del festival es la silueta de King Kong quien, por cierto, en una disfrutable identificación del festival que acompaña cada proyección se le ve pescar al ‘gigante blanco’ y arrojarlo lejos en medio de un rugido de simio gigantesco) y otras delicadas criaturas tras los cristales anunciando los productos. La gente aplaude ante la aparición de los nombres sobresalientes en los créditos de las películas y si se ha visto un suceso extraordinario en pantalla (una secuencia de acción sorprendente, que alguien ha recibido su merecido o, que incluso, se desarrolle una escena de mucha sangre y violencia), las palmas, chiflidos y gritos pueden llegar a terrenos ridículos.


Pero bueno, hay que ver el sentido y el gusto que ha desarrollado el público de acá (¿será acaso que por eso existe el festival, o será resultado mismo de éste?, solo Satanás sabrá), todo lo soportan, lo aplauden y, en la mayoría de ocasiones, lo ovacionan; ya sea un trabajo denso como The Pianotuner of Earthquakes de los hermanos Quay, uno ultraviolento como el filme casi snuff tailandés de Born to Fight, o una auténtica mamada como la espantosa La Monja, de Luis de la Madrid.


El caso es que la mayoría de las veces las salas se encuentran llenas, creo que a final de cuentas a cada función pueden asistir entre 500 y mil espectadores, algo que no veo muy difícil de suceder en México, aunque sí imposible si las entidades culturales y gubernamentales no se interesan en apoyar este tipo de eventos, ventaja que tiene Sitges por encima de nuestro país. En fin, que de aproximadamente cien filmes entre documentales, animes y unas docenas más de cortometrajes, tuve ocasión de ver más de 30 de ellos, y eso no lo cambio por nada. La verdad, es que creo que lo mejor que he visto hasta hoy (durante el día podré ver otras cuatro películas, y entre ellas A History of Violence, así que no todo está dicho) es Jaws. Sí, sé que puede escucharse mamón, pero la película tras más de veinte años de verla pro primera vez, en pantalla grande continúa siendo cautivadora y, a mi juicio, los logros generales de las producciones presentadas fueron menos de lo que esperaba (eso, por supuesto, no es culpa del festival y ni siquiera de los realizadores, simplemente fue un momento), Desafortunadamente no pude ver Sympathy for Lady Vengaence, The Devil’s Rejects, A World Without Thieves y alguna otra que parece prometer.


Por otro lado, hubo buenos momentos, como la mencionada Born to Fight, Frágiles, Ashura, The Wild Blue Yonder, Haze y, entre otras, New Police Story, un dramón de superacción protagonizado por Jackie Chan. E igualmente, Great Yokai War se le fue de las manos a Miike y Seven Swords le quedó bastante pesada a Tsui Hark. Mirrormask y The Pianotuner of Earthquakes creo que podrían haber quedado mucho mejor, pero que existan en sí, ya es un gran alivio.


No pude ver Hostel, la más reciente peli de Eli Roth, que en lo particular creo que es un farsante (su famosa Cabin Fever, si me lo preguntan, es una basura con suerte), pero que corrió con la fortuna de que en esta ocasión lo produjera Tarantino, figura cuyo talante provocó que los reflectores se fueran sobre él durante la conferencia de presentación y provocara cierta molestia en Roth, aunque parece que sólo yo lo vi así (creo que sí me cae gordo el tío).


A muy grandes rasgos, eso ha sido Sitges 05. Una experiencia que todo interesado en la sangre, sudor, sexo, monstruos, cochinadas, patadas, balazos en el cine y un largo etcétera, sin duda, encontará como el verdadero paraíso. Desde aquí, vaya un abrazo a todos en Sitges, a toda la gente que opera en la sala de prensa del festival por su amable atención (de verdad), y espero no pase mucho tiempo de que vuelva a ver aquel enorme simio surcando las aguas de la costa catalana. [www.revistacinefagia.com : octubre 17 de 2005)



Sendero de violencia


Una historia violenta (A History of Violence) lleva por título el filme más reciente y aplaudido del cineasta canadiense David Cronenberg, y como una coincidencia extraña, que podríamos entender como la presencia del karma, igualmente funciona para definir y calificar el discurso creativo de este artista.


El filme se basa en una novela gráfica del mismo nombre (Paradox Press / Vertigo) escrita siete años atrás por el guionista inglés John Wagner (creador de Judge Dreed) y dibujada por Vince Locke, algo que Cronenberg desconocía hasta bien entrada la filmación de la película... aparentemente, aunque no sabía del origen de la historia, ya estaba escrito que en un futuro estaría involucrado con ella. El título parecía indicarlo.


Con una carrera que surca sobre cuatro décadas, la filmografía de Cronenberg es una de las más personales y peculiares en la historia, a partir de quince largometrajes en los que una contemplación filosófico sobre el cuerpo y la mente, a través de metáforas protagonizadas por fenómenos de la naturaleza y la ciencia, han dado como resultado un mensaje que ya ha arrojado línea en otros medios y que se le conoce como el reinado de la ‘nueva carne’.


“Creo que somos lo único en este universo, creo que no veremos nada de otro mundo en poco tiempo. Estamos atrapados en nosotros mismos, estamos solos, confundidos, desesperados por encontrar un sentido, nuestras memorias constantemente cambian y nos esforzamos por mantener una identidad, como sucede con Spider (su anterior filme, del mismo nombre) y Tom Stall (en Una historia violenta)”.


Las palabras son del propio Cronenberg, y junto con el resto del texto son parte de lo que dijo a pregunta expresa y durante la conferencia de Una historia violenta, filme que clausuró la pasada edición del Sitges 05. Festival Internacional de Cine de Cataluña, encuentro de cine fantástico en el que el cineasta es ya un incondicional desde 1975, cuando presentó exitosamente su primer filme, Shivers.


Violencia universal

En Una historia violenta, Viggo Mortensen encarna a Tom Stall, un pacífico estadounidense dueño de un café, lugar en el que inesperadamente se da un acto de violencia del cual resulta protagonista inesperado a los ojos suyos y los de todo el país: la televisión se encargó de convertirlo en una celebridad. La inmediatez y masificación televisiva lo hace blanco de una serie de amenazas que poco a poco parecen revelarlo como un individuo totalmente distinto al que parecía ser, incluso a ojos de su propia familia.


En Sitges, el actor calificó a Cronenberg como un director inteligente como pocos, un hombre que observa y estudia la personalidad de sus actores y personajes para arrojar, así, ambientes y acciones totalmente realistas.


“No vi al personaje como (uno con) dos personalidades o identidades distintas, y tampoco David lo hizo. Desde un principio estuvimos de acuerdo en que se trataba de una persona que iba a ser una combinación de todo el coctel que trae dentro de la cabeza. Como todos nosotros, que podemos ser distintas personas durante el día, dependiendo tan sólo de dónde o con quien estemos, y entre todo esto puede entrar la violencia”, explicó Mortensen, quien tuvo ocasión de inyectar con humor negro el tópico de la violencia, cuando el cineasta aseguró que para la preparación del filme el actor tuvo que matar a algunas personas, para que pudiera entender la situación, a lo que el actor aseguró que eso no causó mucho problema, pues Cronenberg le explicó que no era malo si mataba a alguien que no conociera, al menos en Canadá.


Ya en un tono desprendido de lo paródico, incluso un poco acusador, Mortensen comentó que le resulta irresponsable que en España, o en cualquier otro lugar, vean en la película un reflejo de la violencia que se da en un sólo lugar, pues “se trata de una película demasiado buena y complicada, como para reducirla a un comentario sobre la violencia en los EU o en cualquier parte. Y si estamos en Europa, creo que es demasiado fácil lavarse las manos y decir ‘mira lo violento que son los americanos’. Creo que es una forma de esquivar la violencia que existe en España y en cualquier otro país. En cualquier persona existe la violencia”.


La naturaleza de la bestia

Mucho de la transformación, de lo extraño a lo cotidiano, a la vida, la mente y el cuerpo en la filmografía de Cronenberg se transmite por vía sexual o agentes externos que poco a poco se van adaptando al ser humano. Pero con la violencia, desafortunadamente no se trata de una enfermedad, pues el cineasta explica se trata de “algo innato a la condición humana. Eso es lo que nos asusta, es parte de nuestro código genético. Y es así que tratamos de controlarlo en nuestra sociedad de muchas formas, disfrazándola de muchas formas, como el deporte. Pero el impulso de la violencia no es una enfermedad, sino que es parte de nuestra condición humana, y es por eso que es tan difícil hablar de ella”.


“El filme no es una propaganda de la violencia, que la condene o promueva; más bien, observa nuestra compleja relación con ella, pues es indudable que parte de la violencia presente en el filme es hilarante, mientras que otros momentos resultan repelentes y horrorizan. Todo artista sabe que para ser universal debe de ser específico. De esa forma decidimos que la película se desarrollaría en América, donde hay una actitud especial para con las armas, muy distinta a la de otros países. Debido a la historia del cine estadounidense sentimos que se trató del lugar indicado para la película, aunque no es una película sobre los Estados Unidos, sino sobre la condición humana”, agregó Cronenberg, quien para continuar con su peculiar sentido del humor informó que, ante tanta carga de violencia, al termino de la filmación todo el equipo salió a destruir Canadá. [Revista Playboy (México), diciembre de 2005]