Continúa mi rescate hemerógrafico de estas notas y crónicas de hace unos años, cuando anduve por el festival de Sitges. Estos textos aparecieron en Revista Cinefagia, y corresponden a la edición de 2006, que estuvo buenísima:
Siempre, siempre –y no se trata de una exageración-, a quienes defendemos los universos fantásticos constantemente se nos trata de incomodar o aterrorizar con el supuesto anuncio del inminente y catastrófico fin de los medios que guardan la fantasía.
Trátese de cómic o cine fantástico -por nombrar dos medios y disciplinas más afines de lo que comúnmente se cree-, pero año con año tanto propios como extraños aseguran categóricamente que la muerte de estos se encuentra a unos pasos.
Es cierto que las cosas cambian, no pueden ser las mismas si la percepción, las herramientas que utilizamos, la forma de crear y pensar, la forma de reproducir los mensajes e, incluso, las mismas generaciones, cambian desde dentro y a partir de todo lo que nos rodea.
Esta clase de ideas siempre me han obsesionado de alguna forma, pues finalmente quienes estamos en este medio de obsesiones peculiares y estrambóticas nos enfrentamos a un constante prejuicio mundial...y eso que nosotros no somos los creadores, sino simplemente los voceros y catadores de estos, que no es poco tampoco. En fin, que este año [2006] he podido gracias a Satanás -¿alguien dijo Dios?- asistir por segunda ocasión al Festival Internacional de Cine de Cataluña, Sitges 06, del 6 al 15 de octubre, como periodista acreditado (para asistir a funciones y conferencias) e incondicional degustador obseso de fantasías multimediáticas. Y la felicidad pura de respirar tan maravilloso escenario me ha puesto a pensar en lo siguiente. Sobre todo porque tuve la oportunidad de adquirir un muy informativo tomo llamado 25 Anys Festival Internacional de Cinema Fantastic de Sitges, editado en 1992 y que, por supuesto, se trata de una retrospectiva del primer cuarto de siglo de este grandioso encuentro de fantasistas, que en un año llegará a su edición 40 y en un par cumplirá cuatro décadas de llevarse a cabo contra viento y marea, una metáfora barata pero que queda muy bien viendo el marco marítimo del festival y sus distintos obstáculos.
Pues en dicho libro (que por cierto, aunque lo adquirí en el stand de publicaciones del festival, fui informado por la chica que atendía que pertenecía –al igual que un dossier que compré sobre Jan Svankmajer- a una colección particular. Sabrá Pazuzu por qué querría deshacerse de ellos su dueño, lo cierto es que desde acá le agradezco por esta oportunidad y le aseguro que sus libros han quedado en buenas manos) se nos da un recorrido por aquellos años, a partir de algunos artículos hechos especialmente para la publicación, así como una recopilación de notas y artículos publicados al momento de cada edición en periódicos y en el diario del mismo festival. De igual forma, se ofrece la lista completa de películas, premios y los nombres de los integrantes del jurado que desfilaron a cada año.
Que bueno… no sé ustedes, pero para mi ésta es información que desde hace años buscaba afanosamente pues me intrigaba sobremanera conocer las condiciones o razones en la que tan peculiar y apoyado encuentro pudo llevarse a cabo en un pueblo costero catalán. Y pues aunque las notas que presenta este documenta no dejan del todo claro para un extraño como el que esto escribe el origen del festival, sí ha ofrecido las pistas básicas.
El festival es el hijo de la revolución y de las necesidades económicas de un lugar cuyo subsistir, supongo, se apoya fuertemente en la presencia turística. De esa forma, en 1967 el Ayuntamiento de Sitges encargó a un grupo de jóvenes la organización de un certamen cinematográfico que convocara público durante la temporada baja. Y fue de esa forma que, ante la existencia de no pocos festivales de cine en el país, a los encargados se les ocurrió llevar a cabo las Primeras Jornadas Internacionales de Escuelas de Cinematografía, y a través de las cuales aunque no podían realizar actividades abiertamente subversivas o de izquierda –muy presente en diversas asociaciones cinematográficas o de cinéfilos de aquellos años- por su origen oficialista, sí buscarían impregnar el encuentro con los rostros al margen o en contra del sistema. La cosa es que las Jornadas llegaron a su fin con una cena de clausura en la cual se armaron los tortazos por una carta virulenta, y en la que el mismísimo alcalde de Sitges propinó santa hostia a una periodista madrileña.
Por supuesto, tras tan explosivo final, las jornadas no fueron más, y aunque la transición o la fortuita razón para un certamen de cine de horror no se explica en ninguno de los textos que aparecen en el libro, en 1968 se llevó a cabo la 1 Semana Internacional de Cine Fantástico, del 28 de septiembre al 4 de octubre. El Universo sabe no es gratuito que aquel cabalístico año se haya dado tan sugerente alumbramiento, y el mismo documento nos hace ver que año con año el festival, así como ha cambiado la nomenclatura de su nombre –‘horror’ a ‘fantástico’, y de éste a ‘cinema’ nomás-, igualmente ha tenido fuertes problemas económicos y de organización –digo, en algún momento el alcalde de Sitges prefirió darle diez millones de pesetas a los organizadores de un festival de jazz y a los de cine fantástico tan sólo medio millón, pero en México ya quisiéramos de menos un jefe de gobierno que gustara del jazz.
De cualquier forma, el festival ha subsistido, y a pesar de que no han sido pocos los individuos que a través de los años han anunciado la muerte de éste y la de los géneros fantásticos, la oferta, la calidad y la imaginación de los creadores de cine y los organizadores del festival han mostrado que esta historia no ha muerto.
Y es así que durante el Sitges 06 pudo verse una serie de invitados y películas de primer nivel en el género fantástico. A decir de lo que pude ver y percibir, los logros y propuestas de los filmes que conformaron la programación de este año sobresalen sobre el conjunto del año pasado (y aún cuando me fue imposible ver -por problemas de logística y un breve resfriado que me impidió asistir a un maratón nocturno- películas como A Big Bang Love Juvenile, de Takashi Miike; Venus Drowning, de Andrew Parkinson; y, entre otras, Tachigui, de Mamuro Oshii). Esto, por supuesto, se debe simplemente a un ‘momentum’: los autores se vieron más propositivos en esta ocasión.Y desafortunadamente, a pesar de que el festival no contó con personaje alguno involucrado en Blue Velvet, que cumplió 20 años, o la obra de David Lynch (fuera de, por supuesto, la proyección del mismo filme, junto con Eraserhead, Lost Highway, The Fire Walk With Me y el documental Pretty As A Picture: The Art Of David Lynch)*, que fue motivo de celebración (e incluso del mismo cartel oficial del evento), el festival reunió a personajes clave del género, como Alexandro Jodorowsky, Terry Gilliam, Guillermo del Toro, Paul Verhoeven, Larry Cohen, Joe Dante, Richard Stanley, Monte Hellman, Greg Nicotero, Howard Berger, Darren Aronofsky, Anthony Wong, Kiyoshi Kurosawa, Brian Yuzna, Nacho Cerdá, Mick Garris y demás.
Como podrán ver la reunión de genios del género estuvo de auténticos peluches. Uno se acostumbra en Sitges a encontrarse en las filas de acceso a las salas con personajes cuyo trabajo uno admira. Así, por ejemplo, pude disfrutar de la misma función en la que del Toro y todos los presentes constatamos un clásico instantáneo como The Host, de Bong Joon-ho. Y entre otros encuentros, delante de mí para entrar a la clase magistral que ofreció Guillermo del Toro, me topé con Nicotero, Berger y Garris (maquillistas y creador, respectivamente de la serie Masters of Horror); unas cuantas personas atrás de mí para entrar a ver Los abandonados, de Nacho Cerdá, se encontraba haciendo fila Bong Joon-ho; y cuando salí de esa misma función, Brian Yuzna (productor y realizador de varias cintas de culto, como Society y Bride of Re-Animator) ya estaba haciendo fila para la siguiente función. ¡De auténtica fábula! ¿No?
Creo que eso puede delinear claramente el nivel del festival, el cual estuvo amenizado por lluvias que parecían no verse desde varios años atrás en Sitges.
El 5 de octubre, día en que arrancó el festival, Guillermo del Toro realizó conferencia y presentó El laberinto del Fauno, encargándose así de la inauguración del festival. Independiente a la indudable calidad del filme y su éxito con el público, Guillermo es ya personaje querido en España, y sobre todo en Sitges, donde al día siguiente de la inauguración presentó la clase magistral en la que estuvieron muy atentos los personajes mencionados líneas arriba, provocando gran entusiasmo entre todo el público que llenó el cine El Retiro.
Tomando como punto de partida El espinazo del Diablo, cuyas imágenes apoyaron la reunión, Del Toro y Antonio Trashorras (quien fue su coguionista en este filme), hablaron de la experiencia fílmica desde la concepción de una idea hasta la elaboración de la misma. De cómo del Toro llegó a un acuerdo con los monstruos que lo acechaban de niño (si ya no le molestaban, les dedicaría su vida… y así lo ha hecho); de cómo en un museo muy peculiar en Francia encontró la receta del ‘ponche’ que Federico Luppi ingiere fehacientemente en dicho filme; de cómo el horror gótico posee la forma más eficaz del melodrama; de cómo el cine de horror posee las imágenes más bellas e inolvidables del cine… en fin, de lo que habló fue de pasiones interminables.
Sobra decir que este encuentro con del Toro fue por demás extraordinario, pues el bendito humor del realizador y su conocimiento fue como oro molido para los presentes.
La presencia del realizador mexicano estuvo igualmente enmarcada por una exposición en su honor, en la que se reunieron desde los diseños de personajes y de producción para El espinazo del Diablo, Hellboy y El laberinto del Fauno, hasta las creaciones en látex y los props, como los nonatos con columna bífida de El Espinazo del diablo, la armadura de Kroenen de Hellboy, y el mismísimo traje de látex del hombre pálido de El laberinto del Fauno. Fue muy reconfortante ver que como complemento a esta exposición se proyectó intermitentemente en una salita de video La maldición de la Llorona, de Rafael Baledón, como uno de los ejemplos que han influenciado el cine del tapatío.
Como verán, no poco fue lo que se realizó en torno al autor de La invención de Cronos.
*En una reciente crónica en el site de la revista especializada Fangoria [reciente del 2006...], el periodista inglés Alan Jones comentó que fue hasta unos días antes de que comenzara el festival, que Lynch canceló su participación y la de su más reciente película, Inland Empire. Jones se pregunta si esto habrá sucedido a partir de la mala acogida que tuvo la película en el festival de Venecia [Ya después que pude verla en México, no me extrañó que haya sucedido esto].
En la entrega anterior de esta crónica ya contaba de la fiesta que a Guillermo del Toro le hicieron en Sitges. Hay que decir que el interés por lo generado en México no paró ahí.
Este año hemos visto el fruto de un feliz reencuentro: la remasterización y rescate de gran parte de la obra fílmica de Alexandro Jodorowsky, a partir del arreglo tras tres décadas de conflictos entre el artista pánico y Allen Klein, dueño de ABKO Films, compañía en la que residían los derechos de Fando y Lis (1967), El Topo (1969) y La Montaña Sagrada (1972).
Tras un exitoso paso por Cannes, la obra fílmica de Jodorowsky (con excepción de Tusk y Rainbow Thief), contando –incluso- el mediometraje La Cravate (1957) que se pensaba perdido, se proyectó en Sitges como parte de un homenaje al cineasta, con la presencia del mismo, dando pasó a una serie de reflexiones en quien esto escribe.
El 10 de octubre pude ver la copia remasterizada de El Topo, como parte de un maratón-homenaje a las Midnight Movies, completado con Eraserhead (1977) y el iluminador documental Midnight Movies: From the Margin to the Mainstream (2005), en el que se da crónica de este movimiento cinematográfico contracultural iniciado en Nueva York.
Para este momento espectadores mexicanos ya han tenido ocasión de ver esta remasterización (la película inauguró la edición 48 de la Muestra Internacional de la Cineteca Nacional en noviembre), y aquellos que ya conocieran la película seguramente percibieron una nueva sensación.
Porque uno de los grandes valores que durante tres décadas enriquecieron a El Topo, y al resto de la obra de Jodorowsky, fue la casi imposibilidad de espectar las películas, fuera de contadas proyecciones en cine y miles de copias clandestinas. De hecho, la única edición que hasta el momento existe ‘oficial’ en DVD es una italiana, en apariencia producida a partir de un master del propio Jodorowsky, y en la cual incluso puede verse el registro de IMCINE y Cineteca Nacional al inicio del filme.
Pues bien, la naturalidad grandiosa de la fotografía de Rafael Corkidi y esa cruda edición de Rafael Landeros–que supuestamente es deliberada- han conformado ya un marco inequívoco a la serie de comentarios filosóficos, montajes zen y locuras exquisitas que Jodorowsky tejió para este fresco psicodélico. Y a esto, aunamosle la degradación de los años a las copias.
Así, la experiencia de mirar en cualquier tipo de pantalla –sea de televisor o de cine- El Topo, e igualmente Fando y Lis (aunque de esta existe desde hace unos años una edición remasterizada en DVD, a partir de un master perteneciente a Francis Ford Coppola) y La Montaña Sagrada, resultaba inequívocamente degradada, con colores deslavados, fotogramas perdidos y gis en el sonido.
Esto, ahora, ha cambiado: los tres primeros largometrajes de Jodorowsky se miran y se escuchan relucientes, los colores están sorprendentemente prendidos, el sonido es casi desnudo, los detalles perdidos han surgido con la ayuda de la tecnología y la globalización permitirá que éstas, ahora sí, sean obras conocidas.
Estamos, por supuesto, en un mundo diferente al que hace cuatro décadas giraba en el Universo… pero aún así, la filmografía de Jodorowsky continúa entusiasmando. Y esto demuestra el éxito discursivo de este cineasta y artista, si tomamos en cuenta la tesis que lo llevó a filmar: “lograr escenas que nunca fueran olvidadas”, según me comentó durante una charla que tuve con él en Sitges (para leer esta entrevista, chequen por favor la edición de febrero de la revista de rock’n’roll más longeva). Jodorowsky lleva ya 77 años sobre sí, se le nota más mesurado incluso en comparación a unos pocos años atrás, pero cualquier comentario o pregunta hará salir de inmediato al genio provocador.
Allí en Sitges, el premio Máquina del Tiempo le fue otorgado por su sorprendente carrera, y ofreció una sesión de Cabaret Místico a los asistentes que llenaron el bello auditorio del Meliá, momento en el que por supuesto algunos curiosos le platicaron sus problemas a Jodo, para que este diera rienda suelta a su imaginación y conocimiento para darles soluciones. Sin duda, no deja sorprender la capacidad de este psicomago para decirles a sus pacientes lo mal que han estado sus familias (traiciones, odios, asesinatos, violaciones, amores profanos, etcétera) y, a partir de eso mismo, dejarlos más seguros de sí mismos con recetas simbólicas increíbles, pero aparentemente efectivas.
Aquella medianoche del 10 de octubre, unos 30 desvelados y freaks del cine esperábamos el inicio del maratón que reunía, de manera heroica, dos títulos básicos de la contracultura y las Midnight Movies. Y de repente vimos que una figura de negro y cabeza cana se postraba frente a nosotros: “Hola. Soy Alexandro Jodorowsky. Hace casi cuarenta años hice esta película. Yo ya no soy la persona que las hizo, vengo en representación de él. Pero estoy seguro de que a él le gustaría estar aquí”.
Sin duda, aquél, éste y todos los Jodorowsky están profundamente grabados en nuestra memoria.
En resumen, Sitges 06 fue una edición afortunada por sus autores invitados y, sobre todo, por sobresalientes filmes participantes.
Ya sabemos a estas alturas de la trascendencia de El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro; e igualmente no olvidemos Children of Men, de Alfonso Cuarón, filme también participante en el festival y el cual, a pesar de presentar una anécdota ya discutida en un filme como Natalidad prohibida (Michael Campus, 1972), no deja de ser impresionante y muy bien realizado. Pero igualmente pudieron verse otros ejemplos únicos.
De Canadá pudo verse la comedia Fido de Andrew Currie, historia retrofuturista-postapocalíptica de una sociedad perfecta enmarcada en parajes y mentalidades salidas de alguna pintura de Norman Rockwell, y en donde la servidumbre la ofrecen zombies amaestrados por una terapia conductista de choques eléctricos. Hay que ver cómo la comedia permite la entrada en el cine de algunas de las propuestas más amorales y violentas de las que se tenga memoria.
El festival tuvo a bien rescatar una película como Tideland de Terry Gilliam, un trabajo sorprendente que ha sido malentendido en diversos festivales ante la cruda visión que presenta de la realidad. Sin duda, uno de los filmes más importantes del año pasado y, afortunadamente, visto ya en México.
Como se ha manifestado en los últimos años en todos los festivales, las propuestas provenientes de Oriente han resultado atrevidas, originales y propositivas.
De Hong Kong pudimos ver Gau Ngao Gau, o lo que es lo mismo, Perro muerde perro, de Pou-Soi Cheang, sin duda el filme más crudo y violento del año –seguramente en el 2007 ya llegará uno nuevo. Filme en el que las diferencias cinematográficas entre los ‘buenos’ y los ‘malos’ se transforman en reflejos cuando la venganza parece ser el único combustible de la vida.
El maestro Johnnie To, también de Hong Kong mandó dos filmes brillantes Hak Sewui: Yi wo wai gawi / Election 2 y Fong Juk / Exiled, por supuesto dos variaciones a propósito de gangsters de estilo y manufactura impecables, que llegaron de mano de Anthony Wong, quien protagoniza éste último y otros clásicos como Mou gaan do / Infernal Affaire (Wai Keung Lau y Siu Fai Mak, 2002) y The Untold Story (Danny Lee y Herman Yau, 1993).
Y así como el pasado año le tocó el homenaje a Johnnie Too, en esta ocasión el celebrado fue Kiyoshi Kurosawa otro esteta oriental, sólo que en este caso de Japón y del cine de horror. De Kurosawa, el pasado año su nombre se dio a conocer a través de Hollywood con Pulse (Jim Sonzero), el remake a su filme Kairo (2001). Y en Sitges se presentó una restrospectiva compuesta por seis títulos, entre los que se encontraban Retribution / Sakebi, su trabajo más reciente y un impresionante relato de un fantasma atormentado en el que los colores y sobre todo el sonido le dan el toque más aterrador y extraordinario al trabajo. Una experiencia inolvidable de sonido e imagen.
Pero sin duda, la sorpresa más grande la compuso Gwoemul / Host, el tercer largometraje del joven realizador coreano Joon-ho Bong, trabajo que ha resultado toda una revelación en el mundo. Aún cuando sólo se le ha podido ver en Oriente y en algunos festivales alrededor del mundo (por supuesto, en México ya ha llegado vía pirata, y formara parte de la sección 11:50 del FICCO), el filme ha sido un éxito de taquilla y crítica, provocando la proyección de un remake que ya está trabajando Universal Pictures.
El filme, cuya semilla es la contaminación de un río coreano con formaldehído por parte de una base militar estadounidense, reactiva el kaiju eiga, el género inaugurado por Godzilla hace cuatro décadas. El filme compone así una aventura tragicómica en la que una familia busca rescatar a uno de sus jóvenes integrantes de la guarida del mutante producto de la contaminación. Se trata de una historia brillante, entretenida y crítica.
Y así, con todo y algunos baches fílmicos (como la horrorosa Moscow Zero, de Luna; la malograda Grimm Love Story, de Martin Wisz; o Sisters, de Douglas Buck, un remake que no ofrece nada nuevo como al original retorcido de Brian De Palma [aquí, he de aclarar que tras una segunda vista, este remake me parece una obra valiosa]), Sitges 06 brilló de forma increíble. Sin duda, los filmes sobresalientes ya han permitido que esta edición del festival pase a la historia.
Por lo pronto, este 2007 se llevará a cabo la celebración de la cuadragésima edición del festival, y ya con el anunció del homenaje al cuarto de siglo de Blade Runner como punta de lanza del certamen las cosas motivan sobremanera. Vaya desde aquí una felicitación temprana para, sin duda, el festival más grande de cine fantástico en el mundo.
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