Aunque durante el pasado puente de Semana Santona fue momento propicio para maratón o maratones de zombies, muertos vivientes, por aquello de la resurrección del zombie más famoso de la historia (Lázaro tal vez fue el primero pero, sin duda, Jesús es un 'poquito' más popular), enfermedades en la familia, dolor de cabeza intenso, notas por terminar y otras cosillas me impidieron llevar a buen término alguno de estos. No obstnate, y por supuesto, no estuvo ausente el cine. El siguiente es el breve recuento... ah, y yo "creo en la resurreción de los muertos", Credo dixit.
Mmm, ¿que acaso ‘misántropo malhumorado’ no es como una redundancia? Pues a decir de los redactores de la página de Cinemex no lo es, pues así es como describen al protagonista del más reciente filme de Woody Allen, Whatever Works (o como la titularon en español: Así pasa cuando sucede), un malhumorado y misántropo (ja) excatedrático de Física que según él mismo asegura alguna vez estuvo a punto de ganar un premio Nobel, aunque ahora se dedica al intento por enseñarle ajedrez a niños tarados funcionales que lo único que logran es que él mismo les derrame sobre la cabeza las piezas de ajedrez en un desesperado intento por desaletargarlos.
Larry David interpreta al malhumorado misántropo, un inadaptado social con una bendita capacidad para repelar de la vida y sus constructores con una labia y don poético que, simplemente, resulta imposible debatirlo ante la razón de su discurso. Ahora rengo tras un fallido intento de suicidio, se refugia en su grupo de amigos con los que siempre pelea y en su departamento a donde llega, ignorante y espantadiza, una damisela sureña interpretada por una hermosa Eva Rachel Wood (Across the Universe), cuya encarnación como caricatura de la ignorancia del gringo profundo -además de hacerla blanco fácil de la sorna de Allen- la convierte en la pieza que hacía falta para hacer de esta comedia agria una casi reinterpretación del famoso “40 y 20” de José José, sólo que con unos 20 años más en la primera cifra.
El caso, finalmente, es que se trata de una extraordinaria comedia del maestro Woody Allen, aunque digan misa sus detractores. No hay nada nuevo bajo el Sol (aunque Allen, me parece sí logró encontrar mucho hace una buena cantidad de años, y sigue explotando eso sin que nadie haga algo parecido), efectivamente, pero Allen tiene una capacidad reinterpretativa fascinante, utilizando una serie de elementos que repite en cada filme pero en combinaciones distintas y, en esa pequeñas variaciones, ofreciendo hallazgos formidables. Como en el caso de este filme, en el que la naturaleza misántropa de Allen aflora de forma inmaculada en el personaje de David, y ofreciendo un intenso debate acerca de la amargura adulta y la candidez jovial. Filme agrio, negativo, intenso y divertido, como comúnmente es la vida.
Esta historia, obvio, ha pasado inadvertida en la cartelera comercial y ya sólo queda (en el DF) en tres salas de Cinemex, yo la alcancé en el WTC, y les recomiendo que igualmente lo hagan si realmente les gusta el cine.
La verdad es que ya ni me acuerdo en que quedó Scream 3, y tras ver Scre4m creo que no importa mucho: Wes Craven, sin duda, conoce perfectamente los clichés, los elementos definitorios dentro de los mismos subgéneros que definió a su vez dentro del ya subgénero del Slasher Movie (con A Nightmare on Elm Street y la misma Scream), y su conocimiento en Psicología me parece que le permite conocer perfectamente lo que hace salivar a sus espectadores cautivos. Así, Scre4m funciona como un reloj Casio: ofrece lo esperado y no falla, pero no hay nada nuevo. Los cuchillazos con sonido crudo, las corretizas de corta distancia dentro de las casas gringas, la infaltable trivia gore y la desfachatada crítica a los mass media, sus creadores y consumidores hacen de esta cuarta entrega de la saga posmoderna del slasher movie algo innecesario, pero que no deja de entregar hora y media de divertimento pueril (aunque haya quienes digan que les han robado hora y media de su vida).
Ya en la comodidad del sofá frente al televisor, pude ver Plague of the Zombies, atípico filme de la Hammer Films, dirigido por John Gilling en 1966. Y aunque precede por un par de años al clásico de George Romero, este filme inglés no sale del lugar común en el que durante décadas estuvo instalada la figura del cuerpo sin alma: producto de la magia voodoo y utilizado, literalmente, como bestia de carga y trabajo.
La historia me parece que debe desarrollarse a principios del siglo pasado en una localidad rural inglesa, donde comienzan a morir misteriosamente una buena cantidad de trabajadores jóvenes, y vemos al clásico doctor que incapaz ve cómo la comunidad y sus enfermos se le escapan de las manos en medio de una extraña epidemia. Los zombies, en la parte final del filme resultan un tanto decepcionantes ante su papel social, pero el espectador no se va con la manos vacías pues, además de la suntuosa fotografía y del sobresaliente diseño de producción acostumbrados en las producciones de esta compañía, vemos un diseño zombie peculiar y una primera aparición de acción zombie en la que el cadáver que camina se avienta un grito bien machín.
Y finalmente revisité, tras unos 20 años de que la vi por primera y única vez hasta ahora(en un VHS prestado por Juan Heladio Ríos), la hermosa y espeluznante Betty Blue, en realidad 37°2 le matin, filme que recuerdo claramente provocó, junto con Blue Velvet de David Lynch, intensos debates en la prensa escrita ‘especializada’ en el México de 1986 y 1987.
Aunque con el tiempo el filme del francés Jean-Jacques Beineix no ha alcanzado la notoriedad del filme de Lynch, en este caso también se habla de una historia extraordinaria con personajes en el precipicio. Ya la interpretación de la muy entonces apetecible Béatrice Dalle (que hace unos años volvió a aterrorizar a una nueva generación con su papel también de loca en À l'intérieur) es suficiente para recordar la historia, pero el trabajo del conjunto fílmico en general es potente y hermoso: la primera parte de la historia con una casi inocente y salvaje Betty paseándose entre unos sencillos aunque paradisiacos bungalows, de contrastantes colores con el cielo azul, son de esos momentos fílmicos que se graban detalladamente en la memoria. Y ya la esquizofrenia de Betty en las dos terceras partes restantes del filme, y el intento de Zorg por rescatar la cordura y el amor de esta mujer igualmente se graban pero de otra forma en la memoria.
Filme de amor y locura, desde hace unos años ronda en su versión integra de 185 minutos en DVD, y se trata de un versión que no cae en minuto alguno (me la aventé sin parpadear de 11 a 2 de la mañana). La Betty de Dalle ha pasado ya a la historia tanto como una de las más gozosas como una de las más peligrosas, y su historia y la del malogrado escritor Zorg permanece intacta como una tormenta que deprime, y en eso radica su valor como obra consumada que logra su cometido.
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por leer éste post a ésta hora, me levanté a revisar el famoso libro para confirmar que antes que a Lázaro (Juan 11:1-44), Jesús resucitó a una niña, la hija de Jairo (Pablo 9:18-26, Marcos 5:21-43, Lucas 8:40-56), siendo ésta niña quizás la primera zombie (por lo menos del cristianismo) jajajaja.
ResponderEliminarIgualmente interesante es ver que Jesús era todo un exorcista, expulsando demonios a diestra y siniestra (en algún libro vi el número total de demonios expulsados, cuando encuentre el dato te lo haré saber, solo recuerdo que el numero era sorprendente).
De Béatrice Dalle comento que también hace un papel rarísimo en trouble Every Day de Gallo, no? y casualmente en éstos días tenía pensado ver de nuevo Betty Blue. saludos
Oye, la numerilia cristiana suena muy bien: Hay que hacerla. Y el dato de la niña es muy bueno, qué oscuro nos parece cuando ya olvidamos nuestras lecturas de la infancia buena.
ResponderEliminarY sí, su papel en Trouble Every day no es menos... sangriento, y también de una película muy buena.
Pero eso sí, Betty Blue es magnífica.
Saludos.
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