Para el mundo americano (desde Alaska a Chile), Tintín (pronúnciese Tantan, en francés; o Tenten en inglés. Aquí lo pueden constatar) es poco menos que una curiosidad venida del Viejo Continente.
Personaje cuyas aventuras nunca han estado exentas de, por ejemplo, lugares como México, Tintín no ha pasado de ser una lectura degustada por un pequeño grupo de lectores. Prácticamente se trata de una lectura que ha sido alimento de clavados en la historieta mundial, o lectores afrancesados.
Bueno, el ejemplo claro es el mismo Steven Spielberg, quien aparentemente puso cara de what cuando la crítica europea comparó las aventuras de su Indiana Jones con las aventuras de Tintin. El célebre realizador no supo de quién hablaban, y pues tuvo que ponerse a investigar, a leerse los 24 álbums de este personaje y, entonces, a quedar hechizado por el trabajo de Hergé y su equipo. Al menos así es como él mismo lo ha contado.
Sabrá Satanás o Dios si efectivamente Spielberg desconocía la existencia de Tintin previo a Indiana Jones. Lo cierto es que la manufactura del filme Las aventuras de Tintin: El secreto del Unicornio, dirigida por Spielberg y producida por Peter Jackson, demuestra claramente que se trata de una labor de absoluto amor y respeto por la obra de Hergé.
Tintín no ha sido extraño a las adaptaciones a otros medios. Se han producido dos series animadas para televisión adaptando sus historias, una en los años 50 y otra en los 90; además largometrajes en animación y en acción real para cine, en los años 60, 70 y 80 del pasado siglo. Habrá que decirlo: en Europa, Tintin es un valor histórico y cultural que se transmite a través de generaciones prácticamente como si se tratara de una lectura obligatoria.
Es por eso que, mientras en América el estreno de Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio puede que ayude a un redescubrimiento del personaje; en Europa ha sido todo un acontecimiento cultural y mediático. Y cuando vemos que dos de los directores más exitosos y respetables del mundo Occidental están detrás de este proyecto, podemos medir de cierta forma la trascendencia de la obra de Hergé.
Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio, tal como podrá verse a partir de este domingo 25 de diciembre en cientos de salas del país, creo que sólo pudo ser un producto resultante de la conjunción de pasiones obsesivas. En este caso, tanto Spielberg como Jackson son fanáticos declarados de esta historieta belga; y sucede lo mismo con sus colaboradores en el guión, Edgar Wright (Shaun of the Dead, Scott Pilgrim), Joe Cornish (Attack the Block) y Steven Moffat.
El resultado es un filme que es identificado por los lectores de Tintín desde la secuencia de inicio, un collage de aventuras de Tintín en el cual se respeta hasta la tipografía que define las portadas de los álbumes de este personaje; un hermoso montaje de imágenes y momentos que definen parte importante del medio de la historieta, con una banda sonora muy sobresaliente de John Williams, y muy distinta a su trabajo con Spielberg.
El filme se basa de manera central en El tesoro del Unicornio, uno de los álbumes más famosos de Tintin, que data de 1944 y que, de hecho, era uno de los trabajos preferidos de Hergé. La secuencia inicial prácticamente demarca la restante hora y media de metraje: en la primera escena aparece un retratista que está dibujando a Tintín, el rostro del artista es el del mismo Hergé y su obra es una caricatura de Tintin que respeta la línea clara clásica y que sirve como memento ante el nuevo rostro de Tintín, uno más cercano a la realidad, aunque sin perder sus rasgos característicos.
Con esta secuencia vemos el respeto ante la obra original (Tintín visita un bazar donde encontrará un barco a escala que adquirirá y, con esto, desatará la aventura de la historia) e, igualmente, el enriquecimiento dramático y narrativo para las necesidades fílmicas (obviamente, con algunos cambios, como el hecho de que el Capitán Haddock sea un desconocido para Tintin, cuando en la historieta ambos se conocían desde álbumes previos): la secuencia en el álbum presenta los personajes, el misterio y funciona igualmente como entretenimiento en base a gags; en el filme se respetan estos elementos y se le agrega la esencia del cine, movimiento, de manera notable.
La poco más de hora y media que dura el filme es una sucesión de acción y buen humor; no hay momento muerto, todo es una escalada de aventuras cuya intensidad se percibe fuertemente, y demuestra el talento de Spielberg como algo natural para esta historia, que recuerda claramente el sentir de vértigo que producen las persecuciones en los filmes de la saga de Indiana Jones.
La utilización del motion caption resulta aún más extraordinaria, pues si bien se trata de un entorno medianamente caricaturizado el de este Tintin fílmico, sus reglas y detalles son de una veracidad extraordinaria. Caso en concreto es el rostro del mismo Tintin, que se acerca más al de un joven real, y que no deja de semejarse al rostro básico trazado por Hergé.
Finalmente, la utilización del 3D parece que con este filme comienza a mostrar un sobresaliente valor, pues como ha declarado el propio Spielberg, el 3D es una herramienta que no sirve únicamente para impactar con escenas que sorprenden a nustros ojos, sino que se trata de una tecnología que ayuda a mejorar al cine como narrativa y movimiento.
Lo único que realmente extrañé, sin duda, fue escuchar los comentario de Milu.
Observar la concreción de un filme como Las aventuras de Tintín: El misterio del Unicornio es una experiencia de triunfo que contagia; porque es el triunfo de la pasión y la admiración de un par de autores ante otro creador, y porque es otro triunfo de la historieta como un medio imperecedero y de una riqueza aún desconocida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario